El Jockey, una película que de turf no tiene nada. El film de Ortega es entre bueno y raro
Lo primero para saber es que El Jockey no es una película de turf. No busque en la obra de Luis Ortega una historia de caballos porque no la encontrará. Para eso espere al estreno de la demorada serie Matungo. Nahuel Pérez Biscayart, el protagonista que hace las veces de jinete en la película y desde donde se cuenta una vida sórdida, podría haber interpretado a un boxeador que su trabajo sería igualmente bueno. Tragicómica, psicodélica, cercana al cine negro, El Jockey tiene de turf apenas su nombre y cuando se mezcla con la actividad hípica resalta aspectos oscuros de otros tiempos en el deporte. La mafia del turf no existe como tal y el espectador desprevenido puede llevarse un mensaje erróneo. Pero como afirmó su director en algunas entrevistas previas al estreno, en El Jockey todo es ficción. Ortega es el hijo de Palito, cuyos caballos eran montados por Leguisamo en los hipódromos cuando el cineasta era niño. Cuenta la historia de un joven que pierde la línea en la vida, consume,